Por Gabriela Canteros
El texto es una suma de biografías de artistas plásticos argentinos
atravesados por un fuerte compromiso social en su obra y en su vida. A
partir de una narrativa amena que permite la lectura a especialistas y
amateurs, nos describe en cada capítulo un exquisito anecdotario de
escenas de la vida personal o política de los artistas, conjugado con
originales descripciones de sus obras.
El autor aclara que no es crítico de arte -y en su análisis no intenta
serlo-, su recorrido biográfico tiene otras motivaciones, lo que nos
permite leer sin la deformación profesional un estadio más esencial de
los artistas y del arte, un espacio imbricado en el "entre": la
pintura-el pintor, el pintor-su tiempo, la política-su compromiso, el
arte-su esencia. Ese "entre" tiene un significado, Pablo no lo dice
directamente, pero el lector lo puede interpelar; "la identidad",
"esencia" y "existencia" son otros modos de denominar la identidad
artística, la identidad política, la identidad social y, finalmente, la
identidad nacional de cada uno de los pintores que se permite
describir. Pero hay más: escritores, poetas, músicos que atraviesan el
relato, no por caprichoso designio, sino por una intensa necesidad de no
extirpar las artes hacia el purismo mediocre de la post-posmodernidad
fría, de intensificar esa utopía del siglo XX hacia esa obra de arte
total, donde el diálogo constante con todas las disciplinas creativas ha
dejado un legado incalculable de piezas de arte.
La contextualización de cada artista es también una recreación que nos
permite ver desde otro ángulo y pensar a los artistas en un ambiente más
real, menos jerarquizante, aunque se enaltezca su obra por medio del
contexto, de la música que escuchaban, de los libros que leían, de los
reclamos familiares; a través de esto, entonces, podemos acercarnos a
ellos y no serles extraños, e incluso podemos llegar a sentirnos más que
contemporáneos con algunos.
Esta reciente edición viene a completar una saga de ya más de sesenta
libros que lleva publicado Pablo Hernández, treinta y tantos solo, y
otros tantos participando con otros compañeros. Él suele enorgullecerse
no de este hecho, sino de ser un militante del proyecto nacional y
popular, desde los caniches de Perón hasta la actualidad.
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